A medida que el frío otoñal hace que las personas vuelvan a sus casas, aulas y oficinas, el coronavirus puede resurgir incluso en estados que hasta ahora han frenado su propagación.
¿Por qué? El virus representa una mayor amenaza en los espacios cerrados y abarrotados que en los exteriores.
Por ejemplo, en los estados del sur se produjo un aumento en los contagios cuando las temperaturas se dispararon este verano, lo que provocó que la gente permaneciera en el interior con el aire acondicionado encendido.
“Me preocupa un poco que vayamos a ver ese cambio en las latitudes del norte a medida que el clima se enfríe”, afirmó Linsey Marr de Virginia Tech en Blacksburg, quien estudia cómo se comportan los virus en el aire.
En entornos cerrados mal ventilados, como la mayoría de los restaurantes y bares, el virus puede permanecer suspendido en el aire durante períodos extensos y viajar distancias de más de 2 metros, señalaron Marr y otros investigadores.
Este verano, los científicos aislaron virus vivos de pequeñas gotas llamadas aerosoles que flotaban en el aire hasta 5 metros de distancia de un paciente contagiado en un hospital.
A menos que vivas con una persona contagiada (en cuyo caso los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades [CDC, por su sigla en inglés] de Estados Unidos ofrecen pautas específicas a seguir) protegerte en casa no requiere de medidas especialmente extraordinarias, comentó Marr.
Cuando tienes el valor para ir a otro lugar, llevar un protector facial y lavarte las manos siguen siendo las mejores maneras de protegerte en espacios cerrados.
No obstante, el temor al riesgo de contagio en interiores ha impulsado el mercado de costosos dispositivos que prometen limpiar las superficies (e incluso el aire) del virus, pero los expertos advirtieron que la mayoría de esos productos son una exageración e incluso pueden tener consecuencias dañinas involuntarias.
“Cualquier cosa que suene extravagante y no se haya probado y demostrado es algo que hay que evitar”, dijo Delphine Farmer, química atmosférica de la Universidad Estatal de Colorado en Fort Collins.
“El agua y el jabón funcionan de maravilla”.
Les preguntamos a los expertos qué estrategias deberían adoptar las personas y cuáles deberían evitar cuando el clima sea más frío.
No se trata solo de la ventilación.
Algunos distritos escolares se han centrado en proteger sus sistemas de ventilación de los virus, y los CDC han elaborado un conjunto de recomendaciones muy completo para las empresas que intentan evitar que sus trabajadores se contagien con el virus.
No obstante, “la conversación acerca de la reducción de riesgos va más allá de la ventilación”, comentó Joseph Allen, experto en seguridad de edificios de la Facultad de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard.
“Es una estrategia de defensa por capas en la que ninguna acción en sí misma es suficiente, pero en conjunto pueden reducir el riesgo”.
Allen propuso las siguientes medidas para la gestión de edificios más grandes:
— Eliminar la exposición siempre que sea posible: por ejemplo, al exhortar al personal a trabajar desde casa.
— Permitir la entrada solo a aquellas personas que necesitan estar físicamente en el edificio.
— Adoptar estrategias como añadir filtros de aire y desinfectar las superficies.
— Gestionar el flujo de personas que transitan por el edificio: por ejemplo, la cantidad de personas que entran a los ascensores en cada ocasión.
— Exigir el uso de protectores faciales y otros equipos de protección personal según lo exijan las circunstancias en el interior.
Los investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por su sigla en inglés) han creado una aplicación para determinar cuántas personas pueden congregarse con seguridad en un espacio determinado y durante cuánto tiempo.
Independientemente de estas precauciones, la estrategia ideal consiste en usar un cubrebocas en el interior, afirmó Martin Bazant, ingeniero químico del MIT, y agregó: “Eso tiene un efecto mucho más relevante de lo que cualquiera de esas estrategias proporcionaría”.
Existen soluciones sencillas que podemos probar en este momento.
Esta es una solución fácil y gratuita: de ser posible, abrí las ventanas, “en especial durante la temporada de entretiempo, cuando las condiciones climáticas son más templadas”, dijo Allen.
Las escuelas deben tener una ventilación suficiente para intercambiar por completo el aire de una habitación cada 20 minutos, pero la mayoría apenas logra hacerlo una vez cada hora.
“Incluso con solo abrir las ventanas 15 centímetros se puede cambiar drásticamente el índice de intercambio de aire”, señaló Allen.
El consejo también es útil para los viajes en auto. Abrir un poco una ventanilla puede ayudar a dispersar el coronavirus que podrían exhalar otros pasajeros.
Los ventiladores oscilantes pueden ser útiles o dañinos en espacios cerrados, dependiendo de cómo se utilicen.
Lo ideal es que no se coloquen en ningún lugar donde puedan empujar las exhalaciones cargadas de virus de una persona contagiada por toda una habitación o en el rostro de otra persona.
Un ventilador no oscilante colocado en una ventana y alejado de las personas puede aumentar el flujo de aire en una habitación sin estos riesgos.
Los filtros básicos de aire a menudo son la mejor opción.
c.2020 The New York Times Company